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En mayo de 1881 D. Francisco Ayala y Mira adquiere el solar donde, a finales de esa década, pondría en marcha la que llegó a ser la tercera fábrica harinera de España por su capacidad. Unos años después, en 1906, D. Manuel Juan López, ciudadrealeño como Ayala y Mira, entra a formar parte como propietario de la factoría. La visión emprendedora de estos dos hombres convirtieron a esta factoría en el impulsor económico de la ciudad, empleando a 170 personas entre molineros, transportadores, carpinteros, tejedores, mecánicos, panaderos y oficinas, etc., que se distribuían entre dos turnos y que llegaron a molturar 60 toneladas de cereal al día.
A pesar de su capacidad e importancia, no fue indemne a la crisis que sufrió el sector harinero español en la década de los sesenta, debido al exceso de capacidad molturadora existente en toda España, fruto de la proliferación de las fábricas harineras que tuvo lugar a finales del siglo XIX y principios del XX en núcleos de población de cierta relevancia y cercanos a importantes mercados del cereal. A esta causa, hay que unir el aumento de las rentas medias de los españoles que, tras la recuperación económica vivida después de la posguerra, implicó un descenso en el consumo del pan y, también otro posible motivo, reside en el proceso de emigración a grandes núcleos urbanos que empezó a notarse en esos años.
Hoy toda la maquinaria, revolucionaria en su tiempo, ha desaparecido y hace aún más desoladora la visión del imponente edificio de más de 3.000 metros cuadrados de superficie, que día a día sufre las consecuencias del total abandono. A pesar de haber sido incluido en el Catálogo de Bienes y Ámbitos de Protección del Plan de Ordenación Municipal de Manzanares y en la ‘Lista Roja del Patrimonio’ de la Asociación Hispania Nostra, se encuentra en un proceso de deterioro que si no se remedia pronto acabará corriendo la misma suerte que la maquinaria que albergaba.
Menos mal que hay iniciativas que devuelven la esperanza y ponen más énfasis, aún, en la necesidad de proteger y conservar nuestras señas de identidad. La firma de ropa Pull and Bear ha elegido el antiguo edificio como escenario para grabar la campaña publicitaria de su nueva colección de ropa.
Wikipedia – Patrimonio Industrial Harinero – http://www.manzanares.es/ – Web Hispania Nostra – http://www.miciudadreal.es/ – Blog Crónicas del Manzanares – Web Pull and Bear - Artículo 'La Industria Harinera en la Provincia de León durante el Franquismo' de Javier Revilla Casado
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El consumo de nieve en Europa se generalizó desde mediados del siglo XVI cuando dejó de ser un artículo de lujo y se convirtió en un producto cotidiano, gracias al desarrollo de técnicas eficaces de almacenamiento masivo y conservación en pozos como éste, cuya primera mención documental se debe al Catrasto de Ensenada de 1752.
Coincidiendo con la aparición, a finales del siglo XIX, de las primeras fábricas eléctricas de hielo estas construcciones dejaron de funcionar y se conviertieron en escombreras, desapareciendo en poco años.
Tiene planta circular y está excavado en la roca, sus paredes están revestidas de mampostería caliza enlucida con mortero de cal y arena para conseguir mejor aislamiento térmico y tiene una capacidad próxima a los 230 metros cúbicos.
Su fondo presenta catorce canales radiales que convergen en un pozo de decantación excéntrico dotado de un pequeño desagüe para evacuar las aguas generadas por el deshielo de la carga. Para garantizar mayor aislamiento, el pozo tenía una bóveda que favorecía que el aire caliente se acumulará en ella y por tanto, permaneciera alejado de la carga.
Desde el Centro de Información Turística, situado en la Sierra de los Molinos de Campo de Criptana se organizan visitas guiadas y se puede obtener más información sobre este proceso de producción de hielo que requería un elevado grado de organización y de recursos, que iban desde las labores de limpieza y preparación del pozo y su entorno, pasando por la recogida del hielo y nieve acumulados, hasta su posterior almacenamiento, conservación y distribución.
El trabajo en el interior del pozo era duro y peligroso, pues una vez que los peones recogían la nieve con palas y azadones y la transportaban al interior del pozo, sobre el que previamente se había colocado un entramado de maderas, ramas y paja que evitaban el contacto directo del hielo con el suelo y proporcionaban una cámara aislante de aire que dejaba libre los canales de drenaje, tenían que humedecerla y compactarla para favorecer la conservación, además iban colocando encima de cada placa de unos 50 cm de espesor una capa de paja que hacía la función de aislante con la siguiente y ayudaba en la posterior tarea de cortar en bloques o 'panes' para su extracción y venta. Todo ello se realizaba en invierno, sin luz y a muy bajas temperaturas.
http://www.campodecriptana.info/
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