Situado entre Sigüenza y Atienza, a 14 km de cada una de las localidades, se encuentra Imón, una pequeña villa de 40 habitantes donde se haya el complejo salinero más antiguo de España, que fue durante muchos años el más importante por producción y extensión.
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Se construyen gigantescos almacenes, acequias, canales y albercas, recocederos y pozos, de forma que a finales del siglo XVIII el 7% de toda la explotación salinera española procedía de Imón. Tan acelerado ritmo de producción continuó hasta 1993, momento en el que se pone fin a la actividad a pesar de producirse 1.000 Kg de sal por alberca cada semana.
Todos los edificios que habían sido motivo de envidia, fueron abandonados y condenados al olvido. Los impresionantes almacenes aparecen hoy maltrechos, desvencijados, al borde del derrumbe. Con ello, sus ruinas, tan singulares y bellas, han sido declaradas Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento.
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