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A finales del siglo XVIII, con el objetivo de ampliar la zona de regadío por encima de la cota del canal denominado el 'Caz del Embocador' se construyó una obra de ingeniería hidráulica que se conoció como 'La Azuda y el Acueducto de la Montaña'. Se trababa de una rueda de madera de 12 metros de diámetro, compuesta por 12 radios y cuatro paletas entre cada radio. Era movida por la propia corriente del canal y elevaba, a través de sus canjilones, el agua hasta el acueducto construido en ladrillo para poder regar los terrenos ubicados en la denominada finca 'La Montaña' de ahí el nombre de la obra de regadío.
Con el paso del tiempo y debido a su uso, algunos de sus elementos fueron siendo reemplazados por piezas metálicas, hasta que en 1844 la noria totalmente deteriorada pasó a ser sustituida por otra de dimensiones similares pero fabricada en hierro. La azuda dejó de funcionar definitivamente en 1927 cuando se instaló el riego a motor.
Estos datos provienen de un estudio realizado por profesores e investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid como parte del proyecto de rehabilitación de esta obra de ingeniería, de la que actualmente solo quedan ruinas. Con la rehabilitación se pretende estrechar lazos entre el entorno y los visitantes para acercarles la historia de este municipio madrileño.
Revista Municipal de Aranjuez, julio 2009
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Para el diseño y cálculo de maquinaría consideró que la cantidad de agua necesaria para la población debía ser de 50 litros por día y persona, basándose en las cantidades consumidas por otras ciudades, como Madrid:
Así como el de otras ciudades importantes a principios del siglo XX:
La turbina proyectada fue de las denominadas de admisión parcial sistema Fontaine y dos bombas de pistón sumergido con las siguientes potencias:
También se tuvieron en cuenta el diseño de los depósitos de agua para garantizar el suministro, construyéndose dos depósitos de 500 métro cúbicos cada uno, red de tuberías, bocas de riego e incendios, desagües, fuentes para la vecindad y fuentes monumentales. El presupuesto total de elevación de las aguas ascendió a 89.191 pesetas.
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En la imagen anterior se puede ver el edificio que fundó en los años 50 el industrial catalán D. Serafín Gilart Fité, dedicada a la tintura de materias textiles y que en la actualidad se ha rehabilitado para albergar el Museo Textil.
La imponente chimenea de 52 metros de la siguiente figura es la salida de humos de la fábrica conocida por La Noriega, La Illana o García y Cascón, según se fueron sucediendo sus respectivos propietarios. Éstos últimos adquieron la instalación en 1916 y tras la compra de más propiedades llegaron a formar un gran complejo industrial que contaba a medidados del siglo pasado con más de 1.600 trabajadores.
Nuestro guía de lujo en la visita fue el Profesor y Doctor de Ingeniería Textil de la E.T.S. de Ingenieros Industriales de Béjar (Universidad de Salamanca), D. Javier R. Sánchez, que nos ofreció su tiempo y conocimiento de la industria textil para explicarnos la historia y propósito de cada una de las fábricas del recorrido. Para ver un pequeño detalle de lo que podéis encontrar si visitáis Béjar os invitamos a que os descarguéis el siguiente tríptico.
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http://www.martinetedenavafria.com/
http://www.patrimonioindustrialensegovia.blogspot.com/
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El consumo de nieve en Europa se generalizó desde mediados del siglo XVI cuando dejó de ser un artículo de lujo y se convirtió en un producto cotidiano, gracias al desarrollo de técnicas eficaces de almacenamiento masivo y conservación en pozos como éste, cuya primera mención documental se debe al Catrasto de Ensenada de 1752.
Coincidiendo con la aparición, a finales del siglo XIX, de las primeras fábricas eléctricas de hielo estas construcciones dejaron de funcionar y se conviertieron en escombreras, desapareciendo en poco años.
Tiene planta circular y está excavado en la roca, sus paredes están revestidas de mampostería caliza enlucida con mortero de cal y arena para conseguir mejor aislamiento térmico y tiene una capacidad próxima a los 230 metros cúbicos.
Su fondo presenta catorce canales radiales que convergen en un pozo de decantación excéntrico dotado de un pequeño desagüe para evacuar las aguas generadas por el deshielo de la carga. Para garantizar mayor aislamiento, el pozo tenía una bóveda que favorecía que el aire caliente se acumulará en ella y por tanto, permaneciera alejado de la carga.
Desde el Centro de Información Turística, situado en la Sierra de los Molinos de Campo de Criptana se organizan visitas guiadas y se puede obtener más información sobre este proceso de producción de hielo que requería un elevado grado de organización y de recursos, que iban desde las labores de limpieza y preparación del pozo y su entorno, pasando por la recogida del hielo y nieve acumulados, hasta su posterior almacenamiento, conservación y distribución.
El trabajo en el interior del pozo era duro y peligroso, pues una vez que los peones recogían la nieve con palas y azadones y la transportaban al interior del pozo, sobre el que previamente se había colocado un entramado de maderas, ramas y paja que evitaban el contacto directo del hielo con el suelo y proporcionaban una cámara aislante de aire que dejaba libre los canales de drenaje, tenían que humedecerla y compactarla para favorecer la conservación, además iban colocando encima de cada placa de unos 50 cm de espesor una capa de paja que hacía la función de aislante con la siguiente y ayudaba en la posterior tarea de cortar en bloques o 'panes' para su extracción y venta. Todo ello se realizaba en invierno, sin luz y a muy bajas temperaturas.
http://www.campodecriptana.info/
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